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lunes, 19 de octubre de 2009

AMOR IMPOSIBLE

Angelina hizo su actuación como todas las noches. Realmente esa era una noche más como tantas otras, y yo, fui a buscarla a la puerta del teatro para ir a tomar algo al Café Arnau como de costumbre.
En el interior de la cafetería clandestina, las mismas caras de siempre, los bailarines cenando con restos de maquillaje, algún mago conversando con su partenaire o alguna primera figura charlando con algún empresario de temas de contratación.
Teníamos la costumbre de tomar asiento en la misma mesa, o en la siguiente en caso de estar ocupada, y en esta ocasión ocupamos la siguiente ya que en la “nuestra” estaba una ocupada por chica recien contratada en el famoso Molino que ojeaba algún guión o alguna letra de alguna nueva canción.
Angelina y yo nos mirábamos en silencio y no sabíamos realmente de que hablar. Tal vez era el cansancio de las altas horas de la madrugada que al sentarnos después de un largo día, nos sentíamos relajados.
Oímos como el timbre sonaba para indicar que un nuevo cliente se disponía a entrar en el local, y el lotero, como de costumbre, se apresuró a abrir la pequeña puerta nocturna y dar las buenas noches al nuevo cliente.
Por la pequeña puerta nocturna apareció un muchacho, joven, con buena planta, un tanto desaliñado y desconocido para los allí presentes.
Antes de acceder al gran salon de detuvo para hechar una ojeada alrededor de la sala como buscando a alguien.
Los clientes del Café Arnau, al ser asiduos al mismo, suelen ser muy curiosos, y nunca, se pierden detalle de quien entra y sale, por lo que el muchacho no paso desapercibido en ningun momento.
Observamos que el chico, alzando la mirada, se fijó en la chica que estaba sentada en la mesa de al lado, o sea, “nuestra mesa” y se aproximó lentamente.
Una vez junto a la mesa como apoyó las dos manos en la mesa dijo a la chica en voz baja:
- Hola, ¿te puedo invitar a una copa?
Ella, alzo la vista, y sin extrañarse lo más mínimo contesto:
- No gracias, en todo caso, prefiero que me des el dinero…
Angelina y yo nos miramos sorprendidos de la contestación de la chica.
No obstante el muchacho se sentó justo frente a ella.
- ¿Te molesta que fume? - dijo el (en aquella época se permitía fumar en todos los lugares públicos)
- Ni siquiera me molestarías si estuvieras ardiendo - respondió ella
Nosotros permanecíamos atentos y sorprendidos a la conversación y teníamos el convencimiento de que se conocían de antes.
- Perdona, es que soy fotógrafo y estoy buscando una cara como la tuya - le dijo a la chica
Ella lo miró con cara de sorprendida, sin dejar de hacerse la interesante.
El insistió…
- Creo que tú y yo ya tuvimos una cita, es más, diría que dos…- le dijo mirándola fijamente.
- En todo caso, solo sería una, majo, nunca repito errores – le contestó ella
El permaneció impasible e insistente y le preguntó:
- ¿Cómo es que eres tan guapa?
- Es que….me dieron a mí la parte que te correspondía a ti - dijo ella sin mirarle a la cara y ojeando los papeles que estaban encima de la mesa.
- Sabes una cosa, creo que te podría hacer muy feliz – afirmó el muchacho
- ¿Cómo?… ¿ya te vas? - dijo ella repentinamente.
- Pues yo te pediría que te casaras conmigo… no te arrepentirías - insinuó él
- Perdona, pero no puedo hablar y reírme a la vez - dijo ella, en tono despectivo
- Si quieres, te llevo a ver una buena peli… - le ofreció nuevamente
- Me temo que tus pelis… ya las he visto
- ¿Dónde has estado toda mi vida? – preguntó él muy tiernamente acercándose más a la chica
- Intentando esconderme de ti - dijo ella muy rotunda
El muchacho estaba sentado justo enfrente de ella, mirándola fijamente a los ojos, y entre ambos, una silla les separaba, a lo que el preguntó…
- ¿Ésta silla está libre?
- Si claro, y la mía también lo estará si te sientas ahí – contestó ella
- Es increíble, pero tu cuerpo es como un templo - afirmó el chico
- Pues, hoy no hay misa, majo, asi que ya sabes…
- Si te pudiera ver desnuda, seguro que me moriría de felicidad….
- Pues si te pudiera ver desnudo, seguro que me moriría de risa….
Y cogiendo su bolso, se fue apresuradamente hacia la pequeña puerta y dando un portazo desapareció tras ella.
El muchacho, se quedó pensativo y triste.
- Perdonar, ¿conocíais a la chica que acaba de marcharse? – preguntó el muchacho
- La hemos visto alguna vez, pero no la conocemos
No quisimos decir que era una artista del Molino por si la poníamos en un compromiso.
- ¿Venís a menudo por aquí?
- Frecuentemente
- ¿Os importa que os de una tarjeta y en caso de ver a la chica otro día se la dais de mi parte?
No teniamos ningun problema en hacer ese pequeño favor y sacando una tarjeta de su cartera, escribió algo por la parte de atrás.
Dándonos las gracias se fue hacia la pequeña puerta, y tal como llegó, se fue de nuevo.
Nuestra curiosidad ante aquel desconocido no permitió que guardáramos la tarjeta sin leerla antes:

"¿Hubieras salido conmigo si el día que te conocí te hubiera dicho que quería ser ministro en lugar de actor?
Por ti soy capaz de dejar mis estudios de actor en el Institut del Teatre.
Si te arrepientes llámame.
Santi".

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buena entrada Ricard, una conversación muy interesante y el final más

teresina dijo...

Increible!!!

C.F.P. dijo...

muy chulo...enviame tu correo personal quiero enviarte algo para leer...y comentarte algo profesional...ah! le he enviado tu dirección blog "CAFE ARNAU" al señor Benet Rosell que tiene un blog del macba dedicado al paral.lel.
besos

C.F.P. dijo...

http://blogs.macba.cat/parallel-parallel/

Impresionante...
Ah! supongo que conoces a Pamies del Paralelo...¿quieres que vayamos juntos a ver su material de museo? es de lo más... un beso

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