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viernes, 29 de enero de 2010

SOY UN RELOJ PARADO A LAS SEIS



A veces me da la sensación que soy un reloj.
Es más… que todos somos relojes.
Tengo en mi cuarto un viejo reloj que ya no funciona.
Esta parado, desde siempre, justamente a las seis.
Sus manecillas señalan eternamente las seis en punto.
El reloj, tan sólo es un inútil adorno en uno de los estantes, regalo de mi primera comunión de un pariente ya fallecido.
Sin embargo, hay dos momentos durante el día, dos fugaces instantes, en que el viejo reloj parece resurgir de sus cenizas como El Ave Fénix.
Cuando todos los relojes de la ciudad, en sus enloquecidos andares, marcan las seis, los cucús y los gongs de las máquinas hacen sonar seis veces su repetido canto, el viejo reloj de mi habitación parece recobrar la vida.
Dos veces al día, por la mañana y por la tarde, el reloj se siente en completa armonía con el resto del universo.
Si alguien mirara el reloj justamente en alguno de esos momentos, diría que funciona a la perfección…pero pasado ese instante, cuando los demás relojes acallan su canto y sus manecillas continúan su camino, mi viejo reloj pierde el paso y permanece fiel a aquella hora que alguna vez detuvo su andar.
Yo amo ese reloj…
Y cuanto más hablo de él, más lo amo, porque cada día me parezco más a el.
También yo estoy detenido en un tiempo. También yo me siento clavado e inmóvil. También soy yo, de alguna manera, un adorno inútil en un estante.
Pero disfruto de momentos fugaces cuando, misteriosamente, llega mi hora.
Durante ese tiempo siento que estoy vivo. Todo esta claro y el mundo se vuelve maravilloso. Puedo crear, soñar, volar, decir y sentir más cosas en esos instantes que en todo el resto del tiempo.
Cada vez que siento estar en ese breve espacio de tiempo intento aferrarme a él intentando hacerlo lo más largo posible como si pensara que podría hacerlo eterno, pero lamentablemente ese tiempo pasa muy deprisa y de nuevo vuelvo a mi rutina, a mi trabajo, mis charlas mis thes a mi monótono y ligero andar o lo que acostumbro a llamar vida.
Pero yo se que la vida, en verdad, es la suma de aquellos momentos, que aunque fugaces, me permiten percibir la sintonía con el universo.
Por eso amo ese viejo reloj, porque somos la misma cosa TU Y YO.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ricard existen momentos como tu dices especiales creo que de alguna forma te sientes identificado con el reloj pero todos somos parte del tiempo y de esos momentos, me ha gustado esta entrada es cierto a veces se nos para nuestro reloj en algún momento de nuestra vida, feliz fin de semana Ricard

antonio dijo...

Muy buena entrada Ricacd , sigue disfrutando de esos instantes.
Saludos!

Unknown dijo...

Hay momentos como dices, donde la abulia nos atrapa, pero 'algo' en el día hace que nos desatemos de ella.

Estamos crecidos, esas expectativas, sueños, utopías de adolescentes se esfuman poco a poco, cómo reinventarse? aún no lo tengo claro.

Que tengas un lindo domingo y una semana mejor!

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