Se asoman desafiantes en las cornisas de las grandes catedrales góticas; con sus imágenes grotescas, muecas burlonas o animales dantescos.
Cualquier representación es buena si consigue su objetivo: custodiar el recinto sagrado de los embates de lo Maligno. Son las defensoras pétreas, depositarias del encargo divino… Son las Gárgolas.
Seguro que, como yo, son muchos los las observan con cierto recelo y sin convencimiento de tener una lógica en un lugar tan sagrado como un templo.
Realmente su única misión es expulsar agua de los tejados con facilidad, además de añadir una proyección decorativa.
En una ocasión, llegue a pensar que esos seres con aspecto maléfico y desafiante se revelaron de gran manera provocando un verdadero caos en una de las catedrales más importantes de Europa.
Era verano y el calor apretaba durante las fiestas de la gran ciudad.
Multitud de turistas y visitantes llenaban las calles y plazas disfrutando de la fiesta, el baile y la alegría.
El evento dió comienzo el dia anterior y todavía quedaba el siguiente para dar por finalizado el multitudinario espectáculo.
Ese dia sol brilló durante toda la mañana pero inesperadamente se apagó al empezar la tarde.
Nos encontrábamos comiendo en un restaurante chino ubicado muy cerca de la gran catedral. Estabamos llegando a los postres cuando de repente, se desató una gran tormenta con granizo incluido.
Tanto empleados como comensales se quedaron asombrados ante tal cambio climático.
Al poco rato, empezaron a llegar coches de bomberos (contamos 20 coches) que se dirigían a la catedral.
No sabíamos que ocurría porque desde allí no divisábamos el templo, pero yo pensé que se había venido abajo alguna torre o algo parecido.
Cuando la tormenta terminó, y por fin pudimos salir del restaurante, a toda prisa y con gran impaciencia, nos acercamos a la catedral para ver por fin lo que ocurrió.
Por lo visto la fiesta de la ciudad no gustó demasiado a las gárgolas, que divisando la ciudad desde las alturas decidieron cerrar sus bocas con grandes tapones e impedir que las aguas almacenadas en sus tejados fueran desalojadas incumpliendo su misión asignada.
Como resultado de tal osadía una gran inundación en la plaza de la catedral.
¿Seria tal vez, que las gárgolas se enfadaron porque deseaban participar de la fiesta y los curas, como responsables de la iglesia, no les permitieron tal osadía?
No deveis ser tan estrictos hombre, hay que evolucionar.
Dios les hubiera dado permiso.