UN TRONO

Esta es la historia de un trono.
Un trono sin Rey ni Reina, pero preparado para desempeñar su papel en el mejor de los palacios y para aposentar a cualquier realeza que requiera de sus servicios.
Fue el 19 de enero del presente año, cuando cerca de casa, arrinconado entre dos vehículos apareció un viejo trono, tan viejo, que lo que menos parecía era un mueble real.
Me detuve, porque parecía que me estaba llamando y reclamando mi atención.
Entre el grasiento tallado, se apreciaban restos de pintura dorada y presentía que una reliquia se escondía entre el oscuro camuflaje.
No lo dudé ni un momento.
Tomé el asiento lo mejor que pude, intentando no mancharme de grasa y lo lleve a mi casa.
Deduje que había estado durante largos años en algún garaje o taller mecánico, porque me parecía imposible que hubiera tanta grasa negra en la casa de familia alguna.
Llegue a mi casa y coloque el trono en medio del salón.
La tapicería, muy antigua, era de color rojo con unos pequeños escudos florales de color ocre, y adivino que tubo que ser muy bonito en su época.
Al siguiente día empecé con el trabajo de limpieza y restauración.
Primeramente limpié con detergente toda la madera tallada, y poco a poco, empezó a salir un brillo dorado de gran belleza.
Efectivamente, la pintura dorada se conservaba estupendamente y me costaba creer que bajo una capa de suciedad permaneciera intacta la pintura de antaño.
Pase a la fase de restauración del acolchado y bajos del asiento, que al ser de muelles habían perdido su función y resultaba muy incomodo...
Seguidamente compre una tela brocada de color rojo con detalles en negro y me dispuse a tapizar el asiento, respaldo y parte trasera.
La cosa iba mejorando por momentos, y cada vez me ilusionaba más con el trabajo de restaurador.
Por ultimo, una bella pasamanería en tonos rojos y dorados perfiló los acabados y dieron el toque final a la antigüedad.
El trabajo había sido un éxito y de ser un trono viejo, sucio y desarmado, ha pasado a ser un mueble magnifico, lustroso y decorativo.
Mientras no aparezca un Rey con la suficiente categoría para ocupar mi trono, permitidme que sea yo quien tome asiento en el, y aunque no tenga corona,  desempeñare mi papel con gran orgullo y con la mayor dignidad.
Espero que podáis ver mi trono en alguna ocasión en alguna sesión de fotográfica, anuncio publicitario o prestando asiento a algún Rey Mago, para recoger las cartas de los mas pequeños.