Había una vez un centauro que, como todos los centauros, era mitad hombre y mitad caballo.
Una tarde paseaba por el prado y sintió hambre.
¿Qué comeré? -pensó-
¿Una hamburguesa o un fardo de alfalfa?
¿Un fardo de alfalfa o una hamburguesa?
Y como no pudo decidirse, se quedó sin comer.
Llegó la noche, y el centauro quiso dormir.
¿Dónde dormiré? –pensó-
¿En el establo o en un hotel?
¿En un hotel o en el establo?
Y como no pudo decidirse se quedó sin dormir.
Sin comer y sin dormir, el centauro enfermo.
¿A quién llamaré? –pensó-
¿A un médico o a un veterinario?
¿A un veterinario o a un médico?
Enfermó y sin poder decidir a quién llamar, el centauro murió.
La gente del pueblo se acercó al cadáver y sintió pena.
- Hay que enterrarlo - dijeron.
¿Pero dónde?
¿En el cementerio del pueblo o en el campo?
¿En el campo o en el cementerio del pueblo?
Y como no pudieron decidirse, llamaron a la autora del libro que, como no podía decidir por ellos, resucitó al centauro.
Y, colorín colorado, este cuento nunca se ha sabido que haya acabado.
2 comentarios:
jajaja lo hubieran enterrado en el campo, no me gustan los cementerios!
Besos Ricard!
Como se marchó el centauro, caminando o trotando ?.
Muchas veces las dudas nos inmovilizan.
Saludos Ricard!
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