Se compró aquel portátil unos meses después de quedarse viuda. Su marido había muerto en un accidente de tráfico del que no había sido culpable, y el culpable tampoco había sobrevivido. Así fue de sencillo, así de fácil, así de rápido, atroz e incomprensible.
Hasta luego cariño, creo que me dará tiempo para volver a comer; sino, te llamo…
El era arquitecto, iba a visitar una obra en una capital de provincia vecina, llevaba meses haciendo aquel trayecto, pero aquel día no llegó al kilómetro 37, en el 36 le mató un conductor que se saltó la mediana para embestirle de frente.
Después de la soledad, explicárselo a los niños, y más soledad, y angustia, y rabia, ella, sus hijos, el llanto en familia, el insomnio en familia, la depresión en familia…
Más soledad, y de pronto la certeza de que ya no podía permitírsela, porque tenia que tirar con una niña, un preadolescente y una adolescente, como fuera, sacarlos del hoyo al precio que fuera, y volver a regañarles, obligarles a estudiar, animarles a salir y a ponerles una hora para volver….
No fue fácil sacarlos adelante sin las normas en las que habían vivido los últimos meses después del accidente, pero había que volver a gritar, y a enfadarse al ver los armarios desordenados.
Luego hubo que arreglar el tema del dinero. No resultó nada fácil despegarse de ellos pero lo hizo.
Economista, abogada y socia de una asesoría fiscal y jurídica que iba bien. En los últimos años ella se había hecho cómoda, había ido reduciendo jornada, escogiendo clientes, trabajando cada vez menos, porque el estaba allí, y porque los dos estaban de acuerdo en que no necesitaban más dinero, sino, más tiempo. Pero aquella ecuación, una formula para que los dos vivieran mejor, se había venido abajo, como en todo, desde que habían dejado de ser dos.
Tubo que replantearse su situación y volver a trabajar en serio, como al principio.
Cambio su viejo ordenador que usaba para hacer la compra, sacar la entrada del cine y navegar por Internet por un portátil mucho más moderno y más potente.
- Este es mi ordenador nuevo, ¿esta claro? – advirtió a sus hijos - Ya no es el que esta en el despacho conectado a Internet para lo que haga falta, sino mi instrumento de trabajo…
Los tres dijeron que si, muy seriecitos.
Habían pasado tres meses, y aquella noche estaba muy cansada, demasiado como para perder dos o tres horas limpiando un escritorio abarrotado. Por ello, se limitó a abrir uno de sus propios documentos de su portátil y entonces sonó un ¡Clic! una campanilla o un silbido. En el ángulo inferior derecho de la pantalla empezó a parpadear un ¡Hola!! de color rojo, brillante e intermitente como las luces de un árbol de Navidad.
Cerró la ventanita de la pantalla y un instante después volvió a abrirse sola.
Otra vez ¡Hola! e inevitablemente después de la pregunta ¿Estas ahí?, de color verde pistacho.
Volvió a cerrar la ventanita y vió de nuevo como se abría ¡Hola! ¿Estas ahí?...contéstame por favor…
¿Por qué contestó?, ni siquiera ella lo sabe, porque precisamente esa noche estaba muy cansada, harta de todo y cansada de pelear.
No sabe porque lo hizo pero lo hizo.
- Si, aquí estoy - contestó.
Entonces, él o ella, quien fuera, le preguntó cómo estaba ella, y ella se lo contó todo. Escribió con fuerza, con precipitación, con faltas de ortografía… ¿quieres saber cómo estoy?, se iba diciendo a si misma… ¡Pues estérate de una vez!!!!
Cuando terminó, creyó que él o ella, quien fuera, se habría cansado de tanta amargura, pero se equivocó. Su corresponsal contesto, comentó sus palabras y le dijo que entendía como se sentía. Entonces se hecho a llorar y apagó el ordenador, porque no había encontrado el grado de comprensión semejante en las personas que tenia cerca, en la gente que la rodeaba, las que más quería.
Un mes después se enteró que su ángel de la guardia de todas las noches era una niña gordita de 13 años, con miopía, pero le dió absolutamente igual.
No la conoce, ni la conocerá nunca, las dos están de acuerdo en eso, pero desde que habla con ella por las noches se siente mucho mejor…
jueves, 26 de noviembre de 2009
ANGELES
a las 20:46
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2 comentarios:
Cada día consigues emocionarme. Esta entrada de que pensar.
Con cariño y deseando que te mejores.
Me has dejado pensando, en esos ángeles que nos rodean y a veces no percibimos. En lo duro que, de un momento para otro un familiar fallezca y uno se quede a la deriva.
Sucede a cada rato por aquí Robert, la "inseguridad", un sentimiento desconocido hasta hace pocos años atrás. Besos tesoro!!!
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