NAPOLES

Por increíble que parezca todavía quedan ciudades con todo el encanto de las urbes de antaño.
La primera impresión es que el tiempo se detuvo en la época de las películas de Sofía Loren al observar las viejas calles con sus blancas sabanas tendidas atravesando de lado a lado.
Como contrapunto, todavía pueden verse a un gran numero de niños jugando por las calles armando el típico escándalo infantil y perros por todas partes deambulando o tumbados en cualquier rincón. Al contrario de lo que estamos acostumbrados, los inmigrantes del lugar, venden las reproducciones falsas de las grandes firmas sin la más mínima preocupación por las autoridades, creando infinidad de mercadillos donde uno puede encontrar cualquier copia ilegal con toda la naturalidad del mundo. La aparente paz reinante del lugar se ve contrarestada por el continuo caos circulatorio y, llama poderosamente la atención, el continuo uso del claxon al que los napolitanos están acostumbrados y sin olvidar el poco respeto que se tiene por los escasos semáforos, el cinturón de seguridad y el uso del móvil al volante, en fin, a las normas básicas de circulación.
Según esta regla de tres es evidente que los conductores de motocicletas circulen sin el reglamentario casco y, con frecuencia, llegamos a encontrar hasta tres pasajeros en un vehículo de dos ruedas.Otro aspecto a remarcar son los bajos precios de los restaurantes y pizzerías donde por un precio muy económico podréis degustar una enorme pizza o un gran plato de pasta italiana.
Durante su estancia, recomiendo visitar el Castel Sant`Elmo con unas vistas incomparables de toda la cuidad y junto a él, La Certosa di San Martino, que nada tiene que envidiar a las majestuosas obras de arte de Florencia.
El Palacio Real también es digno de admirar por su gran belleza.
Otro de los majestuosos castillos que se alzan frente sus costas, el llamado Castel Nuovo.
No obstante donde la belleza y lo autentico se palpa es recorriendo las viejas callejuelas del casco antiguo donde innumerables tiendecitas ofrecen a sus visitantes tantos productos como podamos imaginar.
Después de visitar un gran número de ciudades de Italia, puedo asegurar que la que más conserva la auténtica esencia de la Italia antigua, sin duda alguna es la genuina ciudad de Nápoles.