LA ESTAMPIDA

Hay situaciones imprevisibles, que sin ninguna mala intención ni estar planeadas resultan embarazosas y un tanto difíciles.
Fue en Julio del 2009 en la bella ciudad de Florencia y ante aquella situación solo procedía nombrar dos simples palabras: “Tierra trágame”.
Después de pasear por las maravillosas calles, presenciar las majestuosas estatuas y quedar deslumbrado ante la belleza de la Galleria de Los Uffizi, nos dirigimos hacia el paseo que bordea el río Arno.
Algunos días fueron radiantes, pero otros, como el que aconteció la anécdota llovio en algunos momentos y chisporroteo en otros.
Siempre llevo conmigo una gorra de visera y al contrario del resto del mundo, en lugar de usarla cuando hace sol, la uso cuando llueve. El motivo es muy simple: de este modo no se me mojan las gafas cuando llueve.
Nos dirigíamos a la ribera del río donde infinidad de inmigrantes ejercían la venta ambulante vendiendo todo tipo de productos con marca falsa y souvenirs típicos del lugar.
Nosotros nos ubicábamos en la acera opuesta a los vendedores y sin prestarles la mas minima atención hablábamos de temas sin trascendencia relacionados con la visita al palacio.
De pronto vi algo interesante para fotografiar en el río (la verdad no recuerdo lo que fue), y sin pensármelo, corrí hacia la otra acera para tomar la instantánea. Los vendedores ambulantes al ver que corría hacia ellos creyeron que era un policía que me dirigía a incautar sus pertenencias huyendo despavoridos y causando un efecto domino de verdadero pánico.
Muchos de ellos se lanzaron a las orillas del río para esconderse, otros corrían dejando sus pertenecías a medio recoger, otros huían despavoridos medio enloquecidos.
Yo no entendía nada ni imaginaba que yo era el culpable de tal estampida y solo fui consciente cuando Josep me avisaba desde el otro lado de la calle.
Cuado fui consciente de lo causado intente decirles que yo no era policía , pero cuanto más intentaba acercarme para disculparme mas corrían. Parecía que tuviera la peste, fue una sensación de autentico bochorno.
Tal vez mi gorra azul o mi modo de vestir de ese día les confundió con un agente provocando un verdadero caos.
Desde aquí me gustaría perder disculpas a esos pobres muchachos que solo intentaban ganarse una perrillas y sin ninguna mala intención les di un susto de muerte.