CLICK HERE FOR BLOGGER TEMPLATES AND MYSPACE LAYOUTS »

viernes, 31 de julio de 2009

QUE VIDA MAS PERRA...

- Hola Señora Engracia. ¿Cómo usted por aquí? ¿Cuánto tiempo hace que no la veía?
- Pues ya ve usted, Matilde, como siempre, nos vamos aguantando.
- La veo a usted muy bien.
- Pues ya ve, querida, no se crea que me cuido demasiado, porque con este niño no tengo tiempo para nada.
- A propósito, como ha crecido su niño, esta precioso.
- Pues si, ha crecido. Con lo que come, así esta el de crecidito. Me paso todo el santo día en la cocina, haciendo comiditas. Es que siempre tiene hambre.
- El mío esta en la edad del pavo, no hay quien lo aguante, tiene un carácter….
- Haber, manolito, dale un besito a la señora Matilde…Muaccc!!
- ¡Que mono!, y que obediente…
- Déjeme que le haga una foto con su niño en brazos, que esta muy gracioso con el trajecito que le ha puesto. Parece un hombrecito.
- Venga manolito, que te subo en brazos para que la señora Engracia nos haga unas fotos juntas.
- Ya esta mi niño quejándose, no puede ver que tengo ninguna atención con otro niño que no sea él. Luisito, no llores que luego te cojo yo en brazos y la señora Matilde también nos hará una foto a nosotros.
- Es tremendo, no esta quieto nunca.
- Quietecito… que saco la foto.
Flash!!
- Que guapo que ha quedado.
- Tenga la maquina y nos hace la foto ahora a nosotros.
- Luisito, sube en mis brazos que nos toca a nosotros.
- Ríe un poquito hombre… venga así…
Flash!!
- Que bien, que fotos mas bonitas que hemos hecho.
- Bueno cariño, dile adiós a Manolito que nos vamos que papi esta apunto de llegar.
- Adiós cielo, adiós. Un besico.
- Adiós Engracia.
- Adiós Matilde.
“El humorismo permite ver a quien lo tiene, cosas que los demás no perciben”
(Max Haushofer)

lunes, 27 de julio de 2009

LUCIA


En algunas ocasiones actuamos de modo distinto al habitual, sin ningún motivo ni razón.
Tal vez, aunque no seamos conscientes de ello, nuestros pasos van hacia donde los dirige nuestro inconsciente.
Aquel día fue agotador. Mucho trabajo, muchas prisas y muchos nervios. Nunca me ha asustado el trabajo, de hecho, estoy acostumbrado a ese ritmo, pero lo que no se puede controlar es el agotamiento...
Mi mejor terapia, siempre, ha sido andar y pensar mientras ando.
Esta decisión de evadirme cambió mi rumbo y el de otras personas.
Suelo tomar siempre la misma ruta: de mi casa hasta el centro. Nunca me han gustado las periferias y, como norma, nunca tomo rumbo hacia esas zonas.
Ese día fue distinto, precisamente por ese motivo, tomé una dirección contraria a la de costumbre.
Después de andar mucho, me encontré en pequeño parque donde, en el centro, estaba ubicada una vieja casa abandonada. Pintadas de graffiti en la mayoría de paredes y, algunos jóvenes, con su monopatín haciendo acrobacias imposibles.
A pesar de la presencia de los muchachos, un gran silencio reinaba en toda la zona.
Divisé un columpio, en el lugar mas relajado de la zona y, sin pensarlo, me dirigí hacia él, para balancearme un rato.
Me sentía relajado sobre el columpio y, para ser sincero, no puedo recordar el tiempo que permanecí sobre él.
Pude divisar, mientras seguía balanceándome, que se aproximaba una niña con una melena de preciosos cabellos rubios. Al llegar junto a mí, se detuvo y se me quedó mirando, detenidamente, sin decir la más mínima palabra.
Deduje que la niña quería subirse al columpio.
¿Quieres subir? - le pregunté.
La niña permanecía mirándome, inmóvil, y en el más completo silencio.
Decidí bajarme para cederle el columpio.
Sin dudarlo, la niña se subió en él.
Junto al columpio había unos escalones y me senté en uno de ellos observando como se mecía la niña.
El columpio se balanceaba con gran fuerza y emitía unos sonidos chirriantes a consecuencia del roce de los metales que lo suspendían.
Dejé de observar la niña y, con mis manos en las sienes, me dedique a meditar y pensar en mis cosas mientras el columpio seguía emitiendo el sonido del balanceo.
De pronto, el sonido empezó a disminuir y la velocidad del balanceo fue cesando hasta detenerse por completo.
Giré la cabeza para observar de nuevo a la niña y comprobé que me estaba mirando fijamente.
De pronto me quedé muy sorprendido al observar que la niña estaba a llorando.
¿Qué te pasa? - le pregunté extrañado.
No conseguí que saliera palabra alguna de su boca.
¿Cómo te llamas? - insistí.
Lucia - me dijo.
Por primera vez escuché una palabra.
Que nombre mas bonito tienes - le dije cariñosamente.
Ella dejó por fin de llorar, aunque todavía se le escapaba algún suspiro de vez en cuando.
Mi mama esta malita - me dijo de repente
¿Qué le pasa a tú mama? - le pregunté extrañado
Le duele la barriguita – me respondió
¿Y, dónde está tú mama? - pregunté
En la pastelería.
¿La pastelería? – dije ¿Qué pastelería?
Detrás de ese edificio
Tienes que ir con ella - insistió la niña
¿Quieres que vayamos a verla? - pregunté
Yo no – dijo Tu solo - insistió señalándome la dirección con el dedo índice
Estaba confuso y extrañado.
Esta bien, iré a ver a tu mama, pero tú no te muevas de aquí - le dije.
Por primera vez , la niña sonrió al ver mi intención de ir al lugar que me había indicado.
Me apresuré, sin estar muy convencido si se trataba de un juego de niños…
Al girar la esquina del edificio pude ver claramente un toldo de color granate con unas letras blancas que se podía leer “pastelería”.
Bueno, al menos la niña no me ha engañado, pensé.
Según me acercaba, el corazón me latía con más fuerza.
Pude observar un escaparate de cristal con varias bandejas donde se exponían pastas y dulces.
Junto a la vitrina había una puerta, también de cristal, con un cartelito que indicaba que estaba abierto.
Entre en el interior y ojeé alrededor del local.
No ví a nadie.
¡Hola! - dije en voz alta.
Nadie contesto.
Decidí asomar la cabeza por una puerta que estaba a un lateral de la tienda y que tenía una cortina recogida hacia un lado.
¿Hay alguien? - insistí.
En ese momento, oí una voz muy floja que provenía de algún lugar cercano.
¿Pasa algo? - dije un tanto nervioso.
De nuevo un quejido. Provenía de detrás de una mesa de trabajo.
Al acercarme, pude observar una mujer que estaba tendida en el suelo sudando y con la cara muy pálida.
¡Dios mío!, ¿Señora, qué le pasa? - le pregunté asustado
Ella me miraba pero no podía ni hablar.
Voy a llamar una ambulancia ahora mismo, esta mujer esta fatal, pensé.
Rápidamente llame al 091 e informe de la situación, insistiendo que el asusto parecía grave.
Mientras llegaba la ambulancia me puse a su lado y le tomé la mano con fuerza para que se sintiera respaldada.
Al poco tiempo llegó una ambulancia con dos amables muchachos y la introdujeron en una camilla dentro de la ambulancia.
Pregunté dónde se la llevan, porque habría que avisar a alguien.
Me dijeron que a La Cruz Roja de Hospitalet, ya que era el más cercano.
En ese momento me acordé de la niña.
Les dije que iría a preguntarle a su hija dónde podía avisar a alguien de la familia para informar del grave asunto.
La ambulancia partió urgentemente hacia el hospital con la pobre mujer.
Antes de dirigirme hacia el parque en busca de la pequeña, una vecina salía del portal que había junto la pastelería. Me preguntó que había ocurrido y le informé.
En los balcones estaban asomadas varias personas que, atraídas por la sirena de la ambulancia, curioseaban desde arriba.
Decidí bajar la persiana metálica de la pastelería para que nadie se metiera en su interior.
Acto seguido decidí ir a buscar a la niña para decirle que me dijera donde podía avisar alguna persona de su entorno.
Regresé de nuevo al parque, pero de la niña no había ni rastro. Me pareció curioso que el columpio todavía se balanceaba con cierta intensidad, pero a pesar de buscar por todas partes no ví a la pequeña por ningún sitio.
Pensé que ya se había ido a su casa y había informado de la dolencia de su mama.
Volví de nuevo a la pastelería por si venia algún familiar e indicarle donde estaban atendiendo a la pobre mujer.
Al llegar, de nuevo estaba en la calle la vecina del portal de al lado y me dijo que se había puesto en contacto telefónicamente con un familiar cercano de la mujer y que en poco tiempo llegaría alguien para cerrar con llave el local.
Menos mal que la vecina conocía alguien, pensé.
La vecina me dijo que no me preocupase y que podía marcharme tranquilamente, y que ella estaría allí esperando que llegara el familiar para cerrar el local. Me aseguró que ella misma les indicaría en que hospital atendían a la mujer.
Decidí marcharme a mi casa después de tantos contratiempos.
En el trayecto, no dejaba de recordar lo sucedido y me alegré de haber encontrado a la niña y, por supuesto a su mama.
El siguiente día amaneció. Durante toda la mañana no dejé de darle vueltas a la cabeza sobre el estado de la señora.
¿Se habrá repuesto?, ¿Seguirá en estado grave?...estaba en un mar de dudas.
Fue entonces cuando decidí dirigirme de nuevo a la pastelería en cuanto terminara la jornada de trabajo. Estaba muy preocupado por el tema y necesitaba saber algo al respecto.
Tal vez la señora querría conocerme.
Al salir del trabajo, tomé el primer bus que me llevara a la pastelería. Estaba nervioso, impaciente e intrigado.
El bus paró a unas pocas calles del local y tuve que andar un poco. Al llegar, pude observar que la pastelería estaba con la puerta abierta y me apresuré a entrar.
Había una mujer un poco más mayor y más obesa. Estaba atendiendo a dos mujeres y les estaba explicando que su hermana estaba fuera de gravedad pero que seguía ingresada.
Me quedé perplejo cuando escuché lo que les dijo a continuación a las dos mujeres: “menos mal que un chico entró y aviso a una ambulancia, porque unos minutos mas tarde… Tenía un ataque de apéndice agudo con perforación”.
Me quede atónito.
Las señoras se fueron y la mujer dirigiéndose a mi, pregunto en que podía atenderme.
Le dije que sólo había venido a interesarme por la señora enferma, pero que ya había escuchado el diagnostico.
¿Eres amigo de mi hermana? - me preguntó
No exactamente - le dije - De hecho, no nos conocemos. Fui yo quien llamó a la ambulancia.
¡Dios santo! - exclamó la mujer
Y saliendo a toda prisa de detrás del mostrador se agarró a mi cuello y no dejaba de abrazarme. Repetía constantemente la palabra gracias.
Yo estaba atónito y sin saber que decir.
Si no llega a ser por tí, mi hermana no estaría con vida - me insistió.
Todo ha sido cuestión de casualidad - le dije - fue su hija quien me dijo que viniera a la pastelería.
Querrás decir su hijo - me corrigió la mujer
¿Su hermana no tiene una hija? - le pregunté
No, solo tiene un hijo - respondió
No entendía nada, ¿Quién era aquella niña entonces?
Pues creí que su hermana tenía una hija - le insistí a la mujer que seguía emocionada.
Bueno, tuvo una niña, pero desgraciadamente falleció con siete años.
Un escalofrió recorrió todo mi cuerpo.
Disculpe que le pregunte, pero ¿cómo se llamaba la niña?
LUCIA - me dijo con cara de pena.
Y ¿cómo era?
Era preciosa. Rubia, con pelo largo, una muñeca
Perdone, pero ¿no tendrá usted una foto?
¿La conociste? - me preguntó al ver mi interés.
No, no la conocí, pero me haría ilusión ver una foto de la niña.
La mujer fue hacia la puerta que conducía al interior y al poco tiempo regresó con una pequeña foto en la mano.
Sabía que mi hermana tenía alguna foto por aquí.
Me mostró la imagen y fue en ese momento cuando me quedé completamente sin habla.
La imagen de la niña era la misma que ví en el parque el día anterior.
Además llevaba la misma ropa que en la fotografía: la misma faldita de cuadros y la mi misma blusita blanca.
La mujer observó mi asombro y se sintió intrigada.
¿Porqué tienes tanto interés en mi sobrina?
Perdone que le pregunte, tan solo era por curiosidad. No sabía que tenía una hija que falleciera tan pequeña. Es una pena, pobre mujer.
Le pedí un favor a la señora. Le di mi número de teléfono y le dije que cuando su hermana estuviera mejor y pudiera recibir visitas que me avisara. Era muy importante para mí poder hablar con su hermana.
Me despedí de la mujer y salí de la tienda dirección al parque.
Me dirigí al columpio. Necesitaba ver de nuevo ese vínculo entre este mundo y el otro.
Creí que las sorpresas se habían terminado, pero estaba equivocado.
Al acercarme al lugar donde debería estar suspendido el columpio, no conseguí verlo por ninguna parte.
No puede ser, juraría que estaba justo en este lugar.
Di una vuelta alrededor del parque por si lo hubieran cambiado de sitio. Pero fue en vano. El columpio había desaparecido.
Había unos muchachos estaban sentados en un banco cercano y me acerqué a ellos.
Perdonar chicos, pero ¿sabéis si han quitado el columpio que estaba ahí?
¿Qué columpio? - dijeron al unísono.
¿No había allí un columpio? - insistí.
Nosotros venimos cada día a jugar y nunca hemos visto un columpio
Muchas gracias y perdonar chicos.
No entendía nada. Solo sabía que, gracias a la niña, la mujer estaba con vida en estos momentos.
A los pocos días me llamó la misma mujer ya recuperada. Me alegré mucho de hablar con ella y sobretodo de conocerla.
Me invitó a merendar en su casa unas pastas riquísimas, recién hechas, con un buen chocolate.
Me pareció una mujer encantadora y su niño, de unos tres añitos, correteaba por toda la casa.
No se si hice bien o mal, pero no me atreví a contarle lo que realmente ocurrió.
Tal vez hubiera sido una emoción demasiado fuerte estando todavía convaleciente.
Todavía hoy, sigo preguntándome si debería decirle a la señora que realmente quien le salvó la vida fue su hija, que vino a este mundo para avisarme.
Tal vez no me creería después de tanto tiempo.

- ¿CEEIS QUE DEBERÍA DECIRSELO?
- ¿DEBERÍIA HABERSELO DICHO EN SU MOMENTO A PESAR DE ESTAR ELLA CONVALECIENTE?
- ¿CREEIS QUE HICE BIEN EN NO DECIRLE NADA Y DE ESTE MODO NO TENER QUE RECORDAR TAN TRISTE ACONTECIMIENTO?

Necesito consejo porfa…

sábado, 18 de julio de 2009

QUE FESTIN...

Recomiendo que para leer lo que a continuación voy a relatar, busquen el maravillo tema del musical “La bella y la Béstia” (cuyo título es “que festín…”.
Vayan escuchando, en un tono suave, como fondo de la lectura que a continuación expongo.
Durante nuestro estupendo viaje gastronómico a la bellísima ciudad de Florencia, aún habiendo disfrutado de la mejor cocina auténticamente italiana, lo mejor estuvo destinado para el último día.
Massimo y Stefano nos prepararon la más estupenda cena, digna de los auténticos reyes y príncipes de los palacios de Florencia.

Cena de Honor compuesta por el siguiente menú:
- Como aperitivo y, para dar comienzo, un autentico bitter italiano. (es más intenso y aromático que el conocido bitter KAS).
- La parte sólida del aperitivo fue un exquisito paté de higado de pato, acompañado, como no, de unos crostinis.
- Como primer plato, unos espaguetis de farro al pesto del 2008 (pesto casero en conserva que Máximo guardaba para una ocasión especial y que el mismo había elaborado).
- Acompañando el delicioso plato, una cerveza belga, de intenso sabor.
- Seguidamente, surtido de quesos y nueces. Todo ello acompañado de miel de pino y miel de tilo: simplemente exquisito
- La bebida para acompañar los quesos fue un Lambrusco tinto.
- Seguidamente se sirvió un autentico un puré de patatas, un tanto especial. Un sofrito de cebolla y tomate se le añadió a las patatas antes de hacerlas puré. Muy rico.
- Por último y, como colofón, unos pimientos bicolores con salsa agridulce. Un contraste muy especial.
- Como postre, una macedonia de frutas recién cortadas que ninguno de nosotros pudimos probar, porque, sencillamente, no nos cabía.
No hubo problema al respecto, porque la tomamos para desayunar al día siguiente.

¡¡¡Buen provecho!!!

“La experiencia no consiste en el número de cosas que hemos visto, sino en el número de cosas que hemos reflexionado”
(José María Pereda)

miércoles, 15 de julio de 2009

CHICAS INCONFUNDIBLES

Fue una tarde del mes de julio, paseando por las calles de una gran cuidad.
Mi sorpresa fue mayúscula al encontrarme de frente con quien menos hubiera pensado.
Son ellas, las dos inconfundibles chicas del Grupo Abba: Agnetha y Anni.
Que sorpresa, además, vienen hacia mi.
Pues la verdad, no se si apartarme yo para darles paso o serán ellas las que me cedan el paso a mi.
Como buen caballero, les cederé yo el paso, por supuesto; Además, digo yo, que se lo merecen, sobretodo por las magnificas canciones que nos han dejado.
Parece mentira como pasa el tiempo. Se nota que están más mayores. Aun así, os aseguro que se conservan muy bien.
Además de todo, no han perdido su estilo, pues ya las veis, conjuntadísimas. Agnetha de blanco y Anni de negro. Como si fueran a hacer una de sus actuaciones de antaño.
Imagino que viven en alguna de las mansiones de los alrededores de Bélgica. Alejados de la ciudad y hoy han quedado para hacer unas compras.
Tengo la cámara de fotos preparada, pero me da un poco de corte hacerles una fotografía así de frente… Creo que llamaré demasiado la atención y, tal vez, toda la gente de la plaza se acercará hacia ellas para pedirles autógrafos y hacerse unas fotos.
Lo mejor será hacerles unas fotografías de espaldas, una vez hayan pasado de largo y así pasará todo más desapercibido. Creo que eso será lo mejor.
Ya pasan por mi lado, que geniales son!!!
Agnetha me ha mirado, creo que se ha dado cuenta de que la he reconocido.
Es que no lo he podido disimular, me hace mucha ilusión verlas….
La verdad, de cerca, se parecen menos, pero estoy seguro que son ellas.
Ya han pasado de largo!.
Venga, a sacar mi cámara e inmortalizar tan estupendo momento.
Bienn!!!
Foto conseguida!!
Aunque ahora que pienso…no estoy del todo seguro que realmente sean ellas…
Al verlas de cerca, cerca, me ha venido un flash en mi cabeza.
Claro!, como no me he dado cuenta antes!...
No son las chicas de Abba…
Son las BACCARA!!
Claro, una de blanco y otra de negro, como siempre.
Seguro que han venido desde Luxemburgo, donde viven, para hacer unas compras a esta ciudad…
¿Cómo no me había dado cuenta antes?…con la ilusión que me ha hecho verlas después de tanto tiempo…

“Quien se acompaña con sus ilusiones, nunca jamás estará solo”
(Antonio Bolinches)

domingo, 12 de julio de 2009

FLORENCIA


Como siempre, Josep estuvo acertadísimo a la hora de elegir el lugar donde alojarnos.
Mejor imposible.
Una fantástica casa con una decoración inspirada en los antiguos palacetes del 1900.
Muebles de exquisita belleza, camas con grandes doseles de los cuales prendían estupendas tapicerías conjuntadas con cortinajes, butacas y sillones.
Pudimos admirar bellísimas antigüedades como tallas de madera, figuras de bronce, bustos de mármol y exclusivos cuadros.
Massimo y Stefano, los dueños de la casa, fueron muy gentiles con nosotros en todo momento, consiguiendo que nos sintiéramos como en nuestra propia casa.
Ambos son unos grandes artistas del mundo del espectáculo.
Mássimo, un gran cantante de ópera, ha recorrido medio mundo debido su profesión. Evidentemente, el Gran teatre Liceu, ha sido uno de los escenarios que ha pisado en varias ocasiones.
Stefano, su compañero, es director escénico. En constantes ocasiones se ocupa de dirigir los espectáculos en los que Mássimo participa como tenor.
Es evidente que, tanto la cultura, como el exquisito gusto estético, han sido adquiridos en sus constantes viajes trabajando por todo el mundo.
En el primer momento de recibirnos y darnos la bienvenida, nos acompañaron a la estupenda cocina, lugar de reuniones y charlas.
Una estupenda decoración acorde al resto de la casa, hizo agradable la estancia desde el primer momento.
Después de servirnos bebidas frescas para apaciguar el calor del viaje, nos informaron detalladamente de todo lo más recomendable para visitar en la magnifica ciudad de Firenze.
Nos facilitaron un despliegue de mapas, tarjetas e informaciones, que fueron de gran ayuda en los días sucesivos.
Respecto a los monumentos, museos y lugares de visita obligada, lo llevábamos organizado de antemano, pero los trucos para conseguir entradas sin hacer las interminables colas, nos permitió disponer de más tiempo libre para destinarlo a otros fines.
Nos hicieron una selección muy detallada de los lugares más recomendables donde degustar la auténtica comida italiana.
Sin ningún tipo de dudas, fue lo que más agradecimos en cuanto a la información ofrecida.
Los seguimos al pie de la letra y gracias a ello, tuvimos el gran placer de degustar la magnífica gastronomía de la cuidad.
Se puede decir, que nuestra visita a Firenze ha sido una auténtica visita gastronómica en todos los aspectos.
Descubrimos platos sorprendentes, con exquisitos sabores nuevos para nosotros, como la ensalada de farro (el farro es un cereal similar al trigo que se utiliza para ensaladas. También elaboran la harina de farro que se utiliza para la exquisita pasta italiana).
Uno de los platos más comunes en el lugar es la flor de calabaza: rebozada y frita. Su sabor: exquisito.
Un producto que es muy común en los platos italianos es la pera. La utilizan para acompañar a los quesos, para rellenar la pasta, para las salsas y, por supuesto, para los postres.
Tuvimos el placer de disfrutar de la compañía de ambos durante uno de los recorridos más maravillosos por Firenze: las colinas que rodean la ciudad.
Un maravilloso atardecer divisando la ciudad fue el preámbulo de la estupenda cena que estábamos a punto de degustar en uno de los restaurantes ubicados en las colinas: el “Lake Forest”.
La cena fue exquisita.
Os aseguro que la mayor sorpresa, gastronómicamente hablando, la teníamos preparada para el día siguiente.
Nos invitaron a cena. Una cena casera, con los mejores manjares irresistibles para cualquier paladar, evidentemente, cocinados por ellos mismos.
Sobre la cena del último día hablaré exclusivamente en una próxima entrada de blogg.
Me gustaría detallar el extenso menú del que tuvimos el placer de degustar y por supuesto de ser los invitados de honor en tan FANTASTICO FESTIN.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...