A lo largo de la vida, son innunerables la cantidad de personas que llegamos a conocer. Unas pasan de largo y apenas dejan huella, otras, tal vez , las hemos tratado poco, pero su recuerdo nos queda impregnado completamente.
Os voy a contar la historia de alguien muy especial. Tal vez, la persona más especial que he conocido.
Fué una gran artista que llegó a tocar de las mieles del éxito. Empezando por lo más bajo, sin importarle los riesgos que corría en la peligrosa jungla de la noche de Barcelona.
Su nombre era Angelina.
La conocí en el año 1984 y ambos teníamos 18 años. En esa época eramos muy ambiciosos. Ella quería ser artista a toda costa y, mi única ilusión, era convertirme en el creador de los más fantásticos vestidos de las estrellas.
En aquellos años, existía un antiguo local en el barrio de Gràcia: el Horóscopo.
Era un lugar de copas, con no demasiada luz y de grandes dimensiones. En la entrada, había una sala, no demasiado amplia, pero si profunda, con una barra a todo lo largo.
Al fondo, había una gran puerta que comunicaba con un inmenso salon cuya parte frontal presidía un maravilloso escenario de grandes dimensiones.
Rodeando el escenario se alzaban unos reservados a modo de palcos con unos sofas de terciopelo rojo formando ordenados semicírculos y con una pequeña mesita de madera en cada centro.
En tan pintoresco lugar, conocí a la protagonista de esta historia.
Cada fin de semana había actuaciones de artistas de poca monta que, por cuatro perras amenizaban las noches de los viernes y sábados.
- Lo que daría yo por poder actuar en un escenario como este, me decía Angelina.
Su nombre era Angelina.
La conocí en el año 1984 y ambos teníamos 18 años. En esa época eramos muy ambiciosos. Ella quería ser artista a toda costa y, mi única ilusión, era convertirme en el creador de los más fantásticos vestidos de las estrellas.
En aquellos años, existía un antiguo local en el barrio de Gràcia: el Horóscopo.
Era un lugar de copas, con no demasiada luz y de grandes dimensiones. En la entrada, había una sala, no demasiado amplia, pero si profunda, con una barra a todo lo largo.
Al fondo, había una gran puerta que comunicaba con un inmenso salon cuya parte frontal presidía un maravilloso escenario de grandes dimensiones.
Rodeando el escenario se alzaban unos reservados a modo de palcos con unos sofas de terciopelo rojo formando ordenados semicírculos y con una pequeña mesita de madera en cada centro.
En tan pintoresco lugar, conocí a la protagonista de esta historia.
Cada fin de semana había actuaciones de artistas de poca monta que, por cuatro perras amenizaban las noches de los viernes y sábados.
- Lo que daría yo por poder actuar en un escenario como este, me decía Angelina.
- Me sentiria la mas grande de las estrellas.
Podía ver en sus ojos una emoción tan grande , que me la trasmitía al instante. Al empezar el espectáculo, veía como sus manos, sus pies, y su cabeza, se movían al compás de la famosa canción: "Gracias por venir" de Lina Morgan.
- Yo ya te veo, le decía, seguro que lo harías mejor que ninguno de ellos.
Semana a semana, no dejabamos de perdernos los espectáculos, que se iban alternando por grupos de artistas, o pequeñas compañías.
Al ser asíiduos del local, empezamos a conocer a algunos de los artistas, que durante los intermedios, alternaban con los clientes vestidos con sus trajes bordados con lentejuelas y con los magníficos maquillajes.
No tardamos en ganarnos la confianza de los artistas y, como no, en hacernos falsa publicidad, pues, en ese momento, ni ella era artista ni yo habia creado el más mínimo diseño. Eramos como esponjas, que absorbíamos toda la información tanto verbal como visual que podíamos.
- Un día, Angelina me dijo tenemos que demostrar lo que somos capaces de hacer, y hacerlo ya, no podemos perder ni un minuto.
- ¿Qué estas pensando?, le dije yo
- Yo ya te veo, le decía, seguro que lo harías mejor que ninguno de ellos.
Semana a semana, no dejabamos de perdernos los espectáculos, que se iban alternando por grupos de artistas, o pequeñas compañías.
Al ser asíiduos del local, empezamos a conocer a algunos de los artistas, que durante los intermedios, alternaban con los clientes vestidos con sus trajes bordados con lentejuelas y con los magníficos maquillajes.
No tardamos en ganarnos la confianza de los artistas y, como no, en hacernos falsa publicidad, pues, en ese momento, ni ella era artista ni yo habia creado el más mínimo diseño. Eramos como esponjas, que absorbíamos toda la información tanto verbal como visual que podíamos.
- Un día, Angelina me dijo tenemos que demostrar lo que somos capaces de hacer, y hacerlo ya, no podemos perder ni un minuto.
- ¿Qué estas pensando?, le dije yo
- Tengo que actuar en este escenario y tú, vas a hacerme los trajes que voy a lucir - insistió.
- Pero si en tu vida te has puesto delante del público, ni has cantado, ni bailado y, lo peor de todo, no tenemos un un duro para comprar ni telas, ni lentejuelas - le contesté.
- Sé que no va a ser fácil, pero tenemos talento, juventud y, sobre todo, muchas ganas - sentenció ella.
Yo tenía tanta ilusión como ella, asi que, con nuestra recien estrenada mayoría de edad, nos lanzamos al mundo de la farandula.
- Lo primero que tenemos que hacer, es hablar con el dueño de la sala, que, como ya nos tiene vistos de cada semana, es posible que acepte tu propuesta de trabajo.
Durante la semana, Angelina y yo, no dejamos de vernos ni un sólo día. Nos planteabamos los números que podría ofrecer. Pensabamos el modo de conseguir algún vestuario para deslumbrar al público, a pesar que aun no teníamos la confirmación del dueño de la sala.
Por fín, hicímos la selección de los temas, que buscando entre los discos que teníamos en casa, decidimos que interpretaría unos play-backs de Rocio Durcal y Paloma San Basilo. La idea inicial era cantar con su voz, pero ni tan siquiera sabíiamos el modo de conseguir música para poder cantar en directo.
Respecto al vestuario, se nos ocurrió la más ingeniosa de las ideas: ir al los Encantes de la Plaza de Las Glorias.
Buscando entre los montones de ropa usada, decidímos customizar algunos vestidos. Aún recuerdo las noches enteras sin dormir cosiendo lentejuelas una a una y sin dedal, ya que, por la falta de práctica, se me caía continuamente.
Por fín llegó el fín de semana en el que Angelina debía hablar con el dueño del local. Ese día ibamos con lo mejor que teníamos. Recuerdo que ella iba con su cazadora con enormes hombreras, su falda corta y unos calentadores muy típicos en aquella época. Nada más entrar en el local fuímos hacía el fondo de la barra donde sabíamos que se encontraba, habitualmente, el jefe y, con un guiño, con los dedos cruzados y, una sonrisa irónica me dijo:
- Pero si en tu vida te has puesto delante del público, ni has cantado, ni bailado y, lo peor de todo, no tenemos un un duro para comprar ni telas, ni lentejuelas - le contesté.
- Sé que no va a ser fácil, pero tenemos talento, juventud y, sobre todo, muchas ganas - sentenció ella.
Yo tenía tanta ilusión como ella, asi que, con nuestra recien estrenada mayoría de edad, nos lanzamos al mundo de la farandula.
- Lo primero que tenemos que hacer, es hablar con el dueño de la sala, que, como ya nos tiene vistos de cada semana, es posible que acepte tu propuesta de trabajo.
Durante la semana, Angelina y yo, no dejamos de vernos ni un sólo día. Nos planteabamos los números que podría ofrecer. Pensabamos el modo de conseguir algún vestuario para deslumbrar al público, a pesar que aun no teníamos la confirmación del dueño de la sala.
Por fín, hicímos la selección de los temas, que buscando entre los discos que teníamos en casa, decidimos que interpretaría unos play-backs de Rocio Durcal y Paloma San Basilo. La idea inicial era cantar con su voz, pero ni tan siquiera sabíiamos el modo de conseguir música para poder cantar en directo.
Respecto al vestuario, se nos ocurrió la más ingeniosa de las ideas: ir al los Encantes de la Plaza de Las Glorias.
Buscando entre los montones de ropa usada, decidímos customizar algunos vestidos. Aún recuerdo las noches enteras sin dormir cosiendo lentejuelas una a una y sin dedal, ya que, por la falta de práctica, se me caía continuamente.
Por fín llegó el fín de semana en el que Angelina debía hablar con el dueño del local. Ese día ibamos con lo mejor que teníamos. Recuerdo que ella iba con su cazadora con enormes hombreras, su falda corta y unos calentadores muy típicos en aquella época. Nada más entrar en el local fuímos hacía el fondo de la barra donde sabíamos que se encontraba, habitualmente, el jefe y, con un guiño, con los dedos cruzados y, una sonrisa irónica me dijo:
- A ver que me dice - y se alejó presurosa con un movimiento de caderas que nada tenía que envidiar a la mejor de las vicetriples.
Estuvieron hablando un buen rato y, adivinaba por sus gestos, que le mostraba los números de sus actuaciones cogiendo un microfono imaginario con la mano.
Pude ver que la conversación iba llegando a su fín, pues se despedían con dos besos y asentia con la cabeza. Se intuía un trato cordial, pues ambos, no dejaban de reirse.
Se acercaba a mí y, su cara lo decía todo.
Estuvieron hablando un buen rato y, adivinaba por sus gestos, que le mostraba los números de sus actuaciones cogiendo un microfono imaginario con la mano.
Pude ver que la conversación iba llegando a su fín, pues se despedían con dos besos y asentia con la cabeza. Se intuía un trato cordial, pues ambos, no dejaban de reirse.
Se acercaba a mí y, su cara lo decía todo.
- Me ha dicho que si!! que si,!! que podre actuar!!!
- Disimula - le dije yo - que esa mirando hacia aquí.
- No importa - me dijo - Le he dicho la verdad, que no he actuado en mi vida, pero que prometo no defraudarle.
Esa noche, disfrutamos del espectáculo como nunca. Ya me imaginaba a mi fiel amiga cantando y bailando y luciendo las mejores galas diseñadas y confeccionadas por mí.
De pronto, Angelina con el semblante un tanto serio, me dijo:
Esa noche, disfrutamos del espectáculo como nunca. Ya me imaginaba a mi fiel amiga cantando y bailando y luciendo las mejores galas diseñadas y confeccionadas por mí.
De pronto, Angelina con el semblante un tanto serio, me dijo:
- Tengo que contarte algo que aún no sabes.
- ¿Qué ocurre, hay algún problema?
- ¿Qué ocurre, hay algún problema?
- Bueno, no es un problema, sólo que de momento no nos va a pagar ni un duro. Tengo que actuar gratis y, aunque no pagaremos entrada, podremos beber todo lo que queramos.
- Eso no es un problema - le dije yo -. Tendremos paciencia. Ya veras que dentro de poco, cuando vea que el público te aplaudirá con gran fuerza y, reclamará tu presencia, entonces te pagará como a todos los demás.
Apartir de ese diía, empezó la cuenta atrás.
- Eso no es un problema - le dije yo -. Tendremos paciencia. Ya veras que dentro de poco, cuando vea que el público te aplaudirá con gran fuerza y, reclamará tu presencia, entonces te pagará como a todos los demás.
Apartir de ese diía, empezó la cuenta atrás.
Ella tenía que ensayar sus números y yo tenía que confeccionar los más bonitos de los vestidos.
Recuerdo que en televisión emitieron un especial se Paloma San Basilo y lució un precioso vestido. Era como un corse muy escotado que llegaba hasta la cadera y estaba todo cubierto de hojas plateadas con un reborde de lentejuelas de color lila. Por debajo del corse salía una falda de pañuelos de gasa color violeta, que cada vez que se movía al bailar se veían las piernas entre los pañuelos.
Ese fué el primer modelo que le hice y, que con escasos recursos, conseguí confeccionarlo con telas de otros vestidos viejos y usados.
El segundo modelo era de color beig con unos adornos de lentejuelas alrededor del escote de color azul.
Básicamente era como blusa muy amplia con unas enormes hombreras y abrochada por la espalda a la altura de la cintura de modo que la espalda quedaba completamente desnuda. La falda, era un pañuelo con un agujero en el medio, que una vez puesto parecía una falda irregular con cuatro picos. Para rematar, un cinturón azul, le daba el toque de gracia.
Con este modelito cantaría una canción de la inimitable Rocio Durcal.
- Tenemos los vestidos para tus dos actuaciones, pero, necesitas un vestido impresionante para salir al final del espectaculo - le dije -. Es cuando más has de sorprender al público.
- ¿Sabes que es lo que vas a llevar al final del show? - dije yo. Un impresionante body muy provocativo, para lucir tus piernas.
Recuerdo que se lo confeccioné en terciopelo. El cuerpo negro muy ajustado y las mangas rojas con unos bordados en forma de llamas plateadas que salían de la entrepierna hasta la parte superior. Estará radiante, pensé.
Por fín llegó el esperado día del debut. Ella estaba muy nerviosa y no quiso cenar nada.
Llegamos al local sobre las 22 horas y nada más traspasar la puerta, su actitud fué de una auténtica vedette. Andaba con paso seguro, cabeza alta y porte distinguido.
Atravesamos todo el local hasta llegar al fondo donde se encontraba el escenario y, justo detrás, a mano derecha, los camerinos.
Sinceramente, lo imaginaba más grande. Tenía forma de ele y había dos grandes espejos que, por turno, utilizanban para maquillarse los artistas contratados.
Esa noche actuaban una vedette de revista que hacía números de Célia Gámez, un transformista que imitaba a Sara Montiel, una cantante folkclorica y un showman.
Todos ellos agradables, pues nos conocían de hablar con ellos durante los descansos, pero se notaba un cierto aire de desconcierto.
Tuve que dejar sola a Angelina en el camerino, pues las reducidas dimensiones no permitían más gente de la necesaria. Le dí dos besos de ánimo y me fuí hacia la sala donde estaba llegando el público para ver la función.
Sé que Angelina me necesitaba en este momento. Me sentí muy sólo, incluso diría que me sentí mal, con un gran bajón.
No dejaba de pensar en Angelina. Ella allí, sola, con un grupo de gente cansada de recorrer escenarios y trapichear con todo tipo de gente.
Pero la realidad de la situación era muy distinta, pues se lo estaba pasando en grande riendo y disfrutando con lo que,cal fin y al cabo, era su sueño.
De pronto, una música invitaba a tomar asiento. La típica melodía de todas las semanas y, que daban pie al preáambulo del espectáculo.
Que nervios, por Dios!!! Mis primeros vestidos los va a ver el público y con la mejor de las modelos, pensaba.
Por fín , la cortina de terciopelo rojo se abrió para dar paso al espectáculo.
Joel, el showman, salió en primer lugar, cantado una canción de presentación y, dando las gracias por venir, a todos los presentes, como cada semana.
Seguidamente anunció:
Recuerdo que en televisión emitieron un especial se Paloma San Basilo y lució un precioso vestido. Era como un corse muy escotado que llegaba hasta la cadera y estaba todo cubierto de hojas plateadas con un reborde de lentejuelas de color lila. Por debajo del corse salía una falda de pañuelos de gasa color violeta, que cada vez que se movía al bailar se veían las piernas entre los pañuelos.
Ese fué el primer modelo que le hice y, que con escasos recursos, conseguí confeccionarlo con telas de otros vestidos viejos y usados.
El segundo modelo era de color beig con unos adornos de lentejuelas alrededor del escote de color azul.
Básicamente era como blusa muy amplia con unas enormes hombreras y abrochada por la espalda a la altura de la cintura de modo que la espalda quedaba completamente desnuda. La falda, era un pañuelo con un agujero en el medio, que una vez puesto parecía una falda irregular con cuatro picos. Para rematar, un cinturón azul, le daba el toque de gracia.
Con este modelito cantaría una canción de la inimitable Rocio Durcal.
- Tenemos los vestidos para tus dos actuaciones, pero, necesitas un vestido impresionante para salir al final del espectaculo - le dije -. Es cuando más has de sorprender al público.
- ¿Sabes que es lo que vas a llevar al final del show? - dije yo. Un impresionante body muy provocativo, para lucir tus piernas.
Recuerdo que se lo confeccioné en terciopelo. El cuerpo negro muy ajustado y las mangas rojas con unos bordados en forma de llamas plateadas que salían de la entrepierna hasta la parte superior. Estará radiante, pensé.
Por fín llegó el esperado día del debut. Ella estaba muy nerviosa y no quiso cenar nada.
Llegamos al local sobre las 22 horas y nada más traspasar la puerta, su actitud fué de una auténtica vedette. Andaba con paso seguro, cabeza alta y porte distinguido.
Atravesamos todo el local hasta llegar al fondo donde se encontraba el escenario y, justo detrás, a mano derecha, los camerinos.
Sinceramente, lo imaginaba más grande. Tenía forma de ele y había dos grandes espejos que, por turno, utilizanban para maquillarse los artistas contratados.
Esa noche actuaban una vedette de revista que hacía números de Célia Gámez, un transformista que imitaba a Sara Montiel, una cantante folkclorica y un showman.
Todos ellos agradables, pues nos conocían de hablar con ellos durante los descansos, pero se notaba un cierto aire de desconcierto.
Tuve que dejar sola a Angelina en el camerino, pues las reducidas dimensiones no permitían más gente de la necesaria. Le dí dos besos de ánimo y me fuí hacia la sala donde estaba llegando el público para ver la función.
Sé que Angelina me necesitaba en este momento. Me sentí muy sólo, incluso diría que me sentí mal, con un gran bajón.
No dejaba de pensar en Angelina. Ella allí, sola, con un grupo de gente cansada de recorrer escenarios y trapichear con todo tipo de gente.
Pero la realidad de la situación era muy distinta, pues se lo estaba pasando en grande riendo y disfrutando con lo que,cal fin y al cabo, era su sueño.
De pronto, una música invitaba a tomar asiento. La típica melodía de todas las semanas y, que daban pie al preáambulo del espectáculo.
Que nervios, por Dios!!! Mis primeros vestidos los va a ver el público y con la mejor de las modelos, pensaba.
Por fín , la cortina de terciopelo rojo se abrió para dar paso al espectáculo.
Joel, el showman, salió en primer lugar, cantado una canción de presentación y, dando las gracias por venir, a todos los presentes, como cada semana.
Seguidamente anunció:
- Una novedad, nos acompaña esta noche - dijo al publico y, con maestria presentó como un honor para él a una nueva estrella del mundo del music-hall: ¡¡¡¡ANGELINA!!!!
Aún me duelen las palmas de las manos y aún me late el corazón escribiendo estas letras.
Allí estaba ella, con su vestido lleno de hojas plateadas y su falda de pañuelos de gasa de color violeta. Ni por lo más remoto hubiera pensado que el vestido brillaría tando con los focos del escenario.
Estaba bellísima, pues entre todos la maquillaron y peinaron como si de una muñeca nueva se tratara, y empezó a cantar su canción.
La sala estaba en silencio, pues la novedad les sorprendió, pero al llegar el primero de los estribillos , ya se desató el primer aplauso.
Nadie la conocía mejor que yo, podía comprobar lo felíz que se sentía. Bailaba al ritmo de la canción de Paloma San basilio con gran soltura y nada tenía que ver con lo que día tras día, habíamos ensayado en casa.
La canción terminó y realizó un saludo con gran maestríia y, el público respondió con un gran aplauso. Yo estaba emocionado, pero me faltaba alguien a mi lado con quien comentar lo magnífica que fué la actuación, claro está, ella no podía estar en dos lugares a la vez.
Paulatinamente fueron dando paso a las siguientes actuaciones hasta llegar de nuevo el turno a mi querida Angelina.
En esta ocasión, apareció subida sobre dos escalones y de espaldas. Esta claro que pretendía mostrar el modelo por la parte de detrás con su espalda descubierta.
Mientras sonaba el inicio del tema de Rocio Durcal, iba moviendo las caderas y con la mano derecha levantada sujetaba el microfono.
De pronto se giró para empezar a cantar y bajando los dos escalones lentamente se acercó hacia el público como dedicando la canción.
De nuevo unos aplausos espontaneos salieron del público y, con grácia y simpatía, siguió con el tema.
La actuación estuvo genial. Defendió su papel con maestría.
El espectáculo siguió su trayectória hasta llegar al apoteósico final donde cada uno de los artistas lucía el mejor de sus trajes.
De nuevo, el maestro de ceremonias, invitó a todos los artistas a salir al escenario para empezar con las presentaciones de despedida.
- Esta noche, nos ha acompañado una nueva figura del mundo del espectáculo. Tiene talento, simpatia y la juventud necesaria para aprender y poder llegar a lo más alto. Un gran aplauso para la formidable ¡¡¡ANGELINA!!!
El público se puso en pie con el más fuerte de los aplasos y, seguidamente continuó presentando al resto del elenco.
Por último, como excepción, el maestro de ceremonias pidio a Angelina que dijera unas palabras para el público por ser el día de su debut.
Ella estaba emocionada, feliz y guapísima con su body de terciopelo negro y rojo. Con gran serenidad dijo a su público:
- Ante todo muchas gracias por la sensacional acojida, ha sido una de las noches más felíces de mi vida. Sólo quiero decir algo que para mí es muy importante. Si estoy aquí, en este escenario, es gracias a mi gran amigo Ricardo. Él me ha animado a dar este paso y el, ha sido el creador de los modelos que he lucido. Estoy segura que en el futuro, él va a ser quien vista a nuestras más grandes figuras del mundo del espectáculo y al igual que yo, también ha dado el primer paso ésta noche con sus creaciones.
Los aplausos van dedicados a él…
Ahí empezó nuestra gran andadura, cada uno en su mundo y cada uno en su vida.
Angelina cambió su nombre posteriormente, cuando la contrataron en espectáculos de más categoría y, hoy es una famosa artista que, por discrección, no voy a revelar su nombre.
Seguí a su lado durante muchos años y, posiblemente cuente las aventuras que pasamos a partir esa famosa noche....
Un beso grande Angelina.
Aún me duelen las palmas de las manos y aún me late el corazón escribiendo estas letras.
Allí estaba ella, con su vestido lleno de hojas plateadas y su falda de pañuelos de gasa de color violeta. Ni por lo más remoto hubiera pensado que el vestido brillaría tando con los focos del escenario.
Estaba bellísima, pues entre todos la maquillaron y peinaron como si de una muñeca nueva se tratara, y empezó a cantar su canción.
La sala estaba en silencio, pues la novedad les sorprendió, pero al llegar el primero de los estribillos , ya se desató el primer aplauso.
Nadie la conocía mejor que yo, podía comprobar lo felíz que se sentía. Bailaba al ritmo de la canción de Paloma San basilio con gran soltura y nada tenía que ver con lo que día tras día, habíamos ensayado en casa.
La canción terminó y realizó un saludo con gran maestríia y, el público respondió con un gran aplauso. Yo estaba emocionado, pero me faltaba alguien a mi lado con quien comentar lo magnífica que fué la actuación, claro está, ella no podía estar en dos lugares a la vez.
Paulatinamente fueron dando paso a las siguientes actuaciones hasta llegar de nuevo el turno a mi querida Angelina.
En esta ocasión, apareció subida sobre dos escalones y de espaldas. Esta claro que pretendía mostrar el modelo por la parte de detrás con su espalda descubierta.
Mientras sonaba el inicio del tema de Rocio Durcal, iba moviendo las caderas y con la mano derecha levantada sujetaba el microfono.
De pronto se giró para empezar a cantar y bajando los dos escalones lentamente se acercó hacia el público como dedicando la canción.
De nuevo unos aplausos espontaneos salieron del público y, con grácia y simpatía, siguió con el tema.
La actuación estuvo genial. Defendió su papel con maestría.
El espectáculo siguió su trayectória hasta llegar al apoteósico final donde cada uno de los artistas lucía el mejor de sus trajes.
De nuevo, el maestro de ceremonias, invitó a todos los artistas a salir al escenario para empezar con las presentaciones de despedida.
- Esta noche, nos ha acompañado una nueva figura del mundo del espectáculo. Tiene talento, simpatia y la juventud necesaria para aprender y poder llegar a lo más alto. Un gran aplauso para la formidable ¡¡¡ANGELINA!!!
El público se puso en pie con el más fuerte de los aplasos y, seguidamente continuó presentando al resto del elenco.
Por último, como excepción, el maestro de ceremonias pidio a Angelina que dijera unas palabras para el público por ser el día de su debut.
Ella estaba emocionada, feliz y guapísima con su body de terciopelo negro y rojo. Con gran serenidad dijo a su público:
- Ante todo muchas gracias por la sensacional acojida, ha sido una de las noches más felíces de mi vida. Sólo quiero decir algo que para mí es muy importante. Si estoy aquí, en este escenario, es gracias a mi gran amigo Ricardo. Él me ha animado a dar este paso y el, ha sido el creador de los modelos que he lucido. Estoy segura que en el futuro, él va a ser quien vista a nuestras más grandes figuras del mundo del espectáculo y al igual que yo, también ha dado el primer paso ésta noche con sus creaciones.
Los aplausos van dedicados a él…
Ahí empezó nuestra gran andadura, cada uno en su mundo y cada uno en su vida.
Angelina cambió su nombre posteriormente, cuando la contrataron en espectáculos de más categoría y, hoy es una famosa artista que, por discrección, no voy a revelar su nombre.
Seguí a su lado durante muchos años y, posiblemente cuente las aventuras que pasamos a partir esa famosa noche....
Un beso grande Angelina.
3 comentarios:
¡¡Qué bien escribes!! No podía parar de leer. Me has dejado con la intriga de quién es. Un beso de parte de tu sobrino y de tu sobrina política (vilú).
por fa escribe más. te podrían contratar para una serie. eres increíble!!!!!! noelia
que emocionante, voy a seguir leyendo.Teresina
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