Fue una de esas noches que precedían a la navidad y fuimos invitados a una exquisita cena. Hacia ya tiempo que Marta y Albert, unos amigos recién casados, nos tenían prometida una cena para que viéramos su nuevo piso, pero un día por otro se fue dejando...
Por fin llegó el día y con el típico pastelito de rigor acompañado de una botella de vino, nos presentamos en su casa con intención de pasar una fantástica velada.
Primeramente visita y recorrido por el impecable piso y felicitaciones por la exquisita decoración (jamás hubiera decorado mi casa de ese modo). Ella estaba muy contenta porque sus padres vivían al girar la esquina y de hecho podían verse cuando salían a tender la ropa por la parte trasera del edificio. No daba la impresión que a Albert le diera la misma alegría por la mueca de desaprobación que hizo en el momento del comentario.
Una vez mostrado el piso y dadas las explicaciones al respecto pasamos al comedor donde una mesa preparada para la cena, anticipaba una noche muy animada.
- He preparado pavo asado - dijo Marta - lo he cocinado del mismo modo que lo hace mi madre y a ella le sale riquísimo. Espero que a mi me quede igual…
Y con una sonrisa, se fue para la cocina mientras nos quedamos tomando asiento. El muchacho estuvo con nosotros conversando animadamente mientras ella terminaba la cena. Un delicioso olor provenía de la cocina y con un…
. ¡Ya estoy aquí!!!...
recibimos a la joven que llegaba con una gran bandeja con un pavo asado. Una vez colocado en el centro de la mesa se dispuso a trocearlo con unos impecables cuchillos. Desde que Marta trajo el pavo a la mesa, algo me llamó mucho la atención. El pavo tenía cortados los extremos de los muslos. Nunca había visto un pavo, ni siquiera un pollo, que le hubieran cortado parte de sus patas. Mi curiosidad pudo conmigo y le pregunte a Marta porqué el gran pavo carecía de los extremos de sus muslos. Ella me dió la respuesta rápidamente:
- Forma parte de la receta, mi abuela ya cocinaba el pavo del mismo modo, mi madre cocina el pavo del mismo modo y yo. también cocino el pavo de la forma que me lo hacían ellas. Parece una tontería pero el sabor es más auténtico con los muslos cortados y cocinado de este modo
Verdaderamente el pavo estaba exquisito y por supuesto le pedí la receta para cocinarlo en alguna ocasión. De pronto sonó un timbre y Albert se levantó para ver quién era. Al momento apareció de nuevo y dirigiendo su mirada a Marta le dijo:
- Son tus padres que vienen a tomar café...
Al poco rato llegaron acompañados de la abuela, una señora mayor que tuvo que hacer un gran sacrificio para llegar hasta la casa de los recién casados. La pobre mujer se sentó en el sofá y tan sólo se limitó a escuchar. Los padres de Marta, se sentaron en la mesa con nosotros y por supuesto, nos preguntaron que tal había estado la cena. Antes de que contestáramos, Marta replico:
- He cocinado el pavo asado del mismo modo que tú lo haces, ¡¡ha quedado riquísimo!!
Nosotros asentimos con la cabeza en señal de aprobación y le dije a su madre que estaba muy bueno y que el hecho de cortarle las puntas de las patas hace que el sabor penetre mejor al interior del pavo. La señora nos aseguro que ese era el truco de la receta y mirando hacia el sofá donde estaba la señora mayor, nos dijo que aprendió a cocinar el pavo igual como lo hacia su madre. La pobre mujer, que estaba escuchando la conversación levantando la mano para llamarnos la atención dijo con una voz cascada por la edad:
- Esa receta la aprendí yo cuando era joven, pero las patas del pavo no las cortaba para darle mejor sabor, SINO PORQUE NO ME CABIA EN EL HORNO
Nos quedamos todos sin saber que decir después del tremendo corte que se llevó su hija y su nieta. Albert reaccionó soltando unas inmensas carcajadas que rápidamente contagio al resto de los allí presentes.
Por fin llegó el día y con el típico pastelito de rigor acompañado de una botella de vino, nos presentamos en su casa con intención de pasar una fantástica velada.
Primeramente visita y recorrido por el impecable piso y felicitaciones por la exquisita decoración (jamás hubiera decorado mi casa de ese modo). Ella estaba muy contenta porque sus padres vivían al girar la esquina y de hecho podían verse cuando salían a tender la ropa por la parte trasera del edificio. No daba la impresión que a Albert le diera la misma alegría por la mueca de desaprobación que hizo en el momento del comentario.
Una vez mostrado el piso y dadas las explicaciones al respecto pasamos al comedor donde una mesa preparada para la cena, anticipaba una noche muy animada.
- He preparado pavo asado - dijo Marta - lo he cocinado del mismo modo que lo hace mi madre y a ella le sale riquísimo. Espero que a mi me quede igual…
Y con una sonrisa, se fue para la cocina mientras nos quedamos tomando asiento. El muchacho estuvo con nosotros conversando animadamente mientras ella terminaba la cena. Un delicioso olor provenía de la cocina y con un…
. ¡Ya estoy aquí!!!...
recibimos a la joven que llegaba con una gran bandeja con un pavo asado. Una vez colocado en el centro de la mesa se dispuso a trocearlo con unos impecables cuchillos. Desde que Marta trajo el pavo a la mesa, algo me llamó mucho la atención. El pavo tenía cortados los extremos de los muslos. Nunca había visto un pavo, ni siquiera un pollo, que le hubieran cortado parte de sus patas. Mi curiosidad pudo conmigo y le pregunte a Marta porqué el gran pavo carecía de los extremos de sus muslos. Ella me dió la respuesta rápidamente:
- Forma parte de la receta, mi abuela ya cocinaba el pavo del mismo modo, mi madre cocina el pavo del mismo modo y yo. también cocino el pavo de la forma que me lo hacían ellas. Parece una tontería pero el sabor es más auténtico con los muslos cortados y cocinado de este modo
Verdaderamente el pavo estaba exquisito y por supuesto le pedí la receta para cocinarlo en alguna ocasión. De pronto sonó un timbre y Albert se levantó para ver quién era. Al momento apareció de nuevo y dirigiendo su mirada a Marta le dijo:
- Son tus padres que vienen a tomar café...
Al poco rato llegaron acompañados de la abuela, una señora mayor que tuvo que hacer un gran sacrificio para llegar hasta la casa de los recién casados. La pobre mujer se sentó en el sofá y tan sólo se limitó a escuchar. Los padres de Marta, se sentaron en la mesa con nosotros y por supuesto, nos preguntaron que tal había estado la cena. Antes de que contestáramos, Marta replico:
- He cocinado el pavo asado del mismo modo que tú lo haces, ¡¡ha quedado riquísimo!!
Nosotros asentimos con la cabeza en señal de aprobación y le dije a su madre que estaba muy bueno y que el hecho de cortarle las puntas de las patas hace que el sabor penetre mejor al interior del pavo. La señora nos aseguro que ese era el truco de la receta y mirando hacia el sofá donde estaba la señora mayor, nos dijo que aprendió a cocinar el pavo igual como lo hacia su madre. La pobre mujer, que estaba escuchando la conversación levantando la mano para llamarnos la atención dijo con una voz cascada por la edad:
- Esa receta la aprendí yo cuando era joven, pero las patas del pavo no las cortaba para darle mejor sabor, SINO PORQUE NO ME CABIA EN EL HORNO
Nos quedamos todos sin saber que decir después del tremendo corte que se llevó su hija y su nieta. Albert reaccionó soltando unas inmensas carcajadas que rápidamente contagio al resto de los allí presentes.
A veces la vida te da sorpresas cuando menos te lo esperas.
3 comentarios:
Me ha encantado esta entrada, a veces hacemos las cosas sin saber realmente el porqué , simplemente nos limitamos a repetirlas .
Besos.
Así es, toda una sorpresa a veces damos algo por sentado y luego resulta que no es lo que siempre hemos pensado, son las sorpresas de la vida, gracias Ricard me ha gustado mucho esta entrada
Vaya carcajada que acabo de dar!!!! Es como la vida misma, la complicamos sin ninguna necesidad ja ja !!
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